Song to the Siren (una canción premonitoria)

La Sirena

La Odisea refiere que atraían y perdían a los navegantes y que Ulises, para oír su canto y no perecer, tapó con cera los oídos de los remeros y ordenó que lo sujetaran al mástil. Para tentarlo, las Sirenas le ofrecieron el conocimiento de todas las cosas del mundo.
Popularmente se las describe como un ser bello y monstruoso. La parte superior es como la de una mujer, hermosa, capaz de atraer a los hombres con su encanto; la inferior de pez, imposibilitando la intimidad a la que la otra incita. Tiene, además, una hermosa voz de timbre femenino que de tan atractiva termina por obnubilar y provocar la muerte de quienes la escuchan, especialmente la gente que se hace a la mar…
 
 

En 1967 el cantante: Tim Buckley, en colaboración con el poeta: Larry Beckett, componían una canción dedicada a las sirenas, la cual se estrenaría el año siguiente en un programa de televisión de la cadena americana NBC. Fue una canción tan redonda, de una construcción tan perfecta, que, al escucharla, uno entra en ella y se deja llevar por su belleza y por la increíble voz de Tim. Podéis disfrutar esa interpretación en el siguiente vídeo:

Y mientras disfrutáis de la prodigiosa voz de Tim, aquí podéis leer la letra en inglés y su traducción aproximada:

Long afloat on shipless oceans
I did all my best to smile
‘Til your singing eyes and fingers
Drew me loving to your isle
 
And you sang
Sail to me,
Sail to me,
let me enfold you
Here I am
Here I am
Waiting to hold you
 
Did I dream you dreamed about me?
Were you hared when I was fox?
Now my foolish boat is leaning
Broken lovelorn on your rocks
 
For you sing
Touch me not
Touch me not, come back tomorrow
Oh my heart, oh my heart
Shies from the sorrow
 
I’m as puzzled as the new born child
I’m as riddled as the tide
Should I stand amid the breakers?
Or should I lie with death, my bride?
 
Hear me sing
Swim to me
Swim to me,
let me enfold you
Here I am
Here I am
Waiting to hold you
Durante tiempo floté entre oceanos sin barcos
Hice lo que pude por sonreír
Hasta que tu cantar, tus ojos y tus dedos
Me llevaron amorosos hasta tu isla.
 
Y cantaste
Navega hacia mí,
Navega hacia mi,
déjame envolverte en mis brazos
Aquí estoy,
Aquí estoy,
esperando para tenerte entre mis brazos.
 
¿Acaso soñé que soñabas conmigo?
¿Eras tú la liebre cuando yo era el zorro?
Ahora mi estúpido bote se está inclinando
Perdidamente enamorado, destrozado entre tus rocas.
 
Por tu canto.
No me toques,
no me toques, regresa mañana.
¡Oh, mi corazón! ¡Oh mi corazón!
Retrocede ante el dolor
 
Estoy tan desconcertado como la ostra
Tan inquieto como la marea
¿Debería resistir entre tu oleaje?
¿O debería yacer con mi novia, la muerte?
 
Escúchame cantar.
Nada hacia mí,
Nada hacia mí,
déjame envolverte en mis brazos
Aquí estoy
Aquí estoy
Esperando a tenerte entre mis brazos
.

Desgraciadamente Tim se fue del mundo en 1975, a la edad de 28 años. Sucedió tras un concierto. Acompañó a su amigo Richard Keeling hasta su casa para que le pasara heroína. Tras una hora de espera, Buckley, muy borracho, fue hasta donde estaba Keeling con una mujer, lo que provocó una pelea. Keeling, para calmarle, le dio una gran dosis de heroína para que le dejara tranquilo con lo suyo. Tras tomarla y viendo el estado en el que se encontraba, sus amigos lo llevaron a su casa. Su mujer, viendo cómo estaba y tras preguntar a los amigos, lo llevó hasta la cama. Cuando volvieron a mirar cómo se encontraba, estaba azulado y había dejado de respirar. No pudieron reanimarlo y murió por la mezcla excesiva de alcohol y heroína. Eran finales de junio del año 1975.

Él se había ido, pero su canción todavía sonaba entre sus seguidores. De hecho, cuando en 1976 se incluye la versión que habéis escuchado, de 1968, en una antología —de esas que las discográficas hacen post mortem para ganar dinero con la carroña—, acaba siendo una de las canciones más exitosas del álbum reconociéndose como un tema atemporal y bello. Han pasado unos cuantos años y Ivo Watts-Russell crea un sello para el que ficha a distintos artistas en un proyecto llamado: “This Mortal Coil”. Dos de los artistas son el dúo Cocteau Twins para quienes se había reservado hacer una nueva versión de la canción. Algo que funcionó bien ya que Robin Guthrie y Elizabeth Fraser grabaron la que, hasta hoy, se considera la más hermosa versión del tema. Algo con lo que estoy en completo desacuerdo. Dicha versión, excesivamente edulcorada suena así:

Algo parecido le sucede a la que nos regaló la malograda Sinead O’Connor. Y todo y con eso, la prefiero a la anterior ya que abusa mucho menos del vibrato, que es una moda odiosa de la actualidad en la que parece que todo el mundo cante dentro de cámaras frigorificas y en pelota:

Pero sin tener en cuenta el fabuloso directo del primer vídeo de Tim, interpretado en un tiempo en el que no había ecos ni auto-tunes ni manipulaciones varias, os confieso que mi versión preferida es este directo de Brendan Perry (Dead Can Dance). Otra de mis voces preferidas y con una musicalidad exquisita:

Escuchadas las versiones que os deseaba presentar, volvemos de nuevo a la voz femenina de Cocteau Twins, Elisabeth Fraser. Todo y que su versión no me enamora, reconozco que su voz es muy buena. Lo certifica el hecho de que, a parte de sus trabajos con su grupo, hizo colaboraciones con Massive Attack, Peter Gabriel, Yann Tiersen… y la coincidencia de que en su camino se cruzaría Jeff Buckley, hijo de Tim. Empiezan haciendo grabaciones compartidas y terminan en una tórrida pero corta relación que se diluye entre compromisos y giras de uno y otro.

Así llegamos a 1997. Jeff Buckley se encuentra en la ciudad de Memphis donde grabará los temas de su segundo álbum. Llegada la noche, decide ir a nadar a un canal del Mississippi y ya no volvió. Encontraron su cuerpo al cabo de unos días, ahogado. Murió con 30 años, casi la edad de su padre. Y como si la Sirena exigiera cerrar su ciclo cantándole:

Escúchame cantar.
Nada hacia mí,
Nada hacia mí,
déjame envolverte en mis brazos
Aquí estoy
Aquí estoy
Esperando a tenerte entre mis brazos.

Acerca de Manel Artero

Manel Artero, nacido en Barcelona, en el barrio de Poble Sec, dedicó gran parte de su vida a la informática, compaginando con ella su amor por la lectura y por la música. De esta última cursó un grado de Historia. Más tarde haría los tres cursos de narrativa y novela de l’Escola d’escriptura de l’Ateneu barcelonès que le abriría las puertas al mundo de la escritura del que siempre formó parte sin saberlo. Desde entonces ganado diversos premios en concursos de relatos. El más sobresaliente, el de la Asociación “El coloquio de los perros” de Córdoba. Compagina su tiempo entre la escritura y diversos talleres y charlas sobre música, lectura y cultura de paz, que imparte en Cerdanyola del Vallès. El ladrón de rostros es su primera novela. Editada originalmente en 2017 por la editorial Maluma y6 reeditada por su hijo, Roger Artero, en 2023.
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